9 de febrero de 2010

Devocional: 7 días de Adoración



Día Cinco
Dejemos que Dios Nos Dirija.


Enséñame, oh Señor, tu camino, y guíame.
Salmo 27:11.
Era invierno, la región estaba cubierta por una densa
niebla. El avión no podía aterrizar en el aeropuerto de la pequeña
ciudad, pues dicho aeropuerto no estaba equipado para aterrizajes
sin visibilidad; por eso fue desviado hacia el aeropuerto más
cercano en la región de Santiago. Allí la niebla era igualmente
densa, pero la torre de control tenía los medios técnicos para
guiar el avión hasta la pista. Al acercarse, el piloto confió
plenamente en las indicaciones del controlador aéreo y se dejó
dirigir por las informaciones del sistema de navegación. Finalmente
aparecieron las dos hileras de luces anaranjadas y el aterrizaje se
hizo suavemente.
Cada uno de nosotros debe conducir su vida a través de
una especie de niebla impenetrable. No sabemos dirigirnos por
nosotros mismos, pero el divino Controlador sabe “que el hombre
no es señor de su camino, ni del hombre que camina es el ordenar
sus pasos” (Jeremías 10:23). Por eso Él mismo quiere guiarle y
llevarlo a buen puerto. ¡Qué locura sería no escucharlo o descuidar
sus advertencias! Sería peligroso discutirlas antes que aplicarlas.
Aquel que cree en Dios se deja dirigir por sus instrucciones, las
cuales se hallan en la Biblia.
Dios nos desafió a adorarle, prometió que a través de la
a d o r a c i ó n É l a b r i r í a l a s p u e r t a s .
Sabemos que muchos milagros han sucedido, sanidad, provisión
sobrenatural, gozo, negocios que se han concretado y sueños
que Aquel que es siempre fiel ha cumplido.
Jehová es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
Junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
tu vara y tu cayado me infundirán aliento.
Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores;
Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando.
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días
de mi vida,
Y en la casa de Jehová moraré por largos días".
Salmos 23

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