9 de febrero de 2010

Devocional: 7 días de Adoración



Día Cuatro
Entrar al santuario.


“Hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí….”
Salmos 73: 17
Estoy abrumado, no tengo ganas ni de tocar los
instrumentos con los que dirijo el coro. Estoy pasando la peor
etapa de mi vida y me ha costado mucho encontrar la solución
a mis problemas.
Reconozco que en algún momento estuve mal enfocado.
Vi a estos violentos abusando de su poder y vi que nadie les ponía
atajo, incluso se burlaban de las cosas santas despreciando las
verdades de la palabra, alabando su patrimonio y sintiéndose
invulnerables frente a todo el pueblo.
¿Acaso Dios no ve todo lo que está sucediendo?, ¿acaso no le
importa? ¿En vano me he privado de pecar para agradarle? En
verdad, ¿de qué sirve mantener mi corazón limpio y mis manos
lavadas en la inocencia? , ¿No tienen la oración y la alabanza
ningún valor?
Lo reconozco, me comporté en un minuto como un animal
irracional, dudando de la justicia de Dios y de su amor. Cuando
traté de comprender todo esto, me resultó una carga insoportable,
hasta que entré en el santuario de Dios; y allí comprendí cuál
es el fin de todo.
Eso es. Solo cuando entramos a la misma Presencia de
Dios se nos arregla la vida, allí Dios cambia nuestro enfoque, la
mirada. En ese lugar de compañerismo con Dios es cuando se
comprenden muchas cosas y se responden muchas interrogantes.
Se empieza a mirar hacia arriba y desde arriba, desde la
perspectiva de Dios, desde la eternidad.
Y ¿qué significa entrar en el santuario de Dios? El santuario
es un lugar de amistad donde la Presencia misma de Dios busca
una relación con nosotros. Dice el libro de Hebreos que por
Jesucristo tenemos “libertad para entrar”
tu mano; Salmo 27:8:
“Señor de todo corazón quiero conversar contigo y aquí estoy para
adorarte.”
Estoy aquí para ofrecer mi corazón y mi tiempo como una ofrenda
de amor a ti mi Dios.

0 comentarios:

Linkeanos en:

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More